El sonido, producido con la boca cerrada, se despliega entorno a una nota fundamental y una paleta de armónicos, modulada gracias al trabajo de la lengua. Aunque algunas personas han afirmado oír otros sonidos de fondo, como campanas, sonidos de arpa, voces, sonidos del agua o una música cristalina, la voz es omnipresente, sin que se añada ningún otro instrumento.

La dimensión terapéutica de los Bálsamos Sonoros^® se basa, sobre todo, en la intención. El sonido es proyectado en una zona específica del cuerpo, al igual que un tirador de arco que dirige su atención hacia un objetivo. Las vibraciones creadas actuarán luego capa tras capa, desde el plano más denso (estructural, tisular) hasta el plano más sutil (la memoria celular). Como el cuerpo está compuesto por un 70% de agua, también actúan sobre la sangre y los fluidos corporales.

Una escucha al día como mínimo, en función de la cura

Elija su Bálsamo de Sonido^®, para una cura de una semana y en función de sus necesidades actuales. Confíe en su cuerpo para encontrar el ritmo adecuado, sin olvidar que la práctica regular aporta mayores beneficios. Para conseguir un anclaje y una integración progresiva de las frecuencias sonoras, opte por una Cura de Armonización de 5 a 7 semanas. Por último, consulte los Consejos de escucha para optimizar su experiencia.