“El azar es Dios que se pasea de incógnito“. Una mente brillante impregnada de misticismo, Einstein definitivamente tenía el don de las palabras. De hecho, ¿creer en el azar no implica ignorar (en el mejor de los casos) o negar (en el peor de los casos) la prodigiosa Inteligencia que actúa en todas las cosas y en todas partes? ¿No es ser sordo y ciego frente a este poder creador, capaz de orquestar simultáneamente los movimientos de galaxias enteras, nuestros ritmos biológicos internos y las pulsaciones de las bacterias más pequeñas? ¿Cómo podemos imaginar por un momento que los destinos humanos pueden escapar a tal Inteligencia? Ya sea que nos importe o no “cómo eso funciona“, ESO funciona...
El azar no existe, en ningún momento. Esta convicción profunda - y siempre confirmada - me ha enseñado que todo está bien y es justo en cada momento, incluso en las circunstancias más trágicas de la experiencia humana. Existe, bajo la superficie, detrás de la apariencia de las cosas y de los eventos, un significado oculto que nos informa y nos enseña sobre la naturaleza de la experiencia que estamos atravesando. Mientras que la Tierra continúa su trayectoria galáctica, tan implacablemente como un reloj suizo, parece que nuestro mundo ha dejado literalmente de funcionar. Desde que comenzó esta pandemia de coronavirus, mil explicaciones han sido invocadas, mil estudios o análisis han sido propuestos y confrontados, pero todos ellos, por más válidos y legítimos que sean, nos mantienen, confinados como estamos, en el plano horizontal: el del “problema“.El plano de la experiencia no es el del significado. Será tomando el camino vertical que el significado más profundo de la experiencia - y no su explicación - nos será revelado.
DESPUÉS DEL BIG BANG, EL “BIG BUG“
La realidad, tal como la nombramos y la percibimos, es una matriz (1). Por analogía, la matriz terrestre en la que evolucionamos se parece a un programa informático: con líneas de códigos que definen un campo de información específico, permitiendo que un sistema funcione de una determinada manera. Estamos así inmersos en un vasto campo de informaciones, continuo y multidimensional, que se presenta de muchas formas: más allá de la información difundida por los medios de comunicación, lo que percibimos a través de nuestros 5 sentidos o captamos por el canal sutil de la intuición, forma parte de este flujo de informaciones. Un campo electromagnético, aunque es invisible, también representa un campo de informaciones. De igual manera, el ADN, una memoria transgeneracional, al igual que una creencia o un egregor, son todos campos de informaciones superpuestos y entrelazados..Nuestra realidad, o matriz, está así sustentada por un campo de informaciones omnipresente y de “múltiples capas“.Ahora, volvamos a la matriz de la Tierra y a nuestra metáfora de la informática. Si observamos la situación actual y esta pandemia, nos enfrentamos claramente a un “Big Bug“ planetario: una anomalía, provocada por un virus, que de repente hace que todo el sistema se detenga. Un virus, no un virus informático, sino un virus de informaciones: sí, este coronavirus también está hecho de informaciones. ¿Pero qué nos dice este virus?
EL DESPERTAR DE LA CORONA
Este virus tiene un nombre muy especial, “corona“ con lo que ello significa: un guiño al chacra del mismo nombre, también conocido como el chacra coronal. Es interesante observar que el chacra de la corona, el 7º y último chacra entre los 7 principales centros de energía del cuerpo humano, está situado en la parte superior de la cabeza, precisamente donde descansa la corona: este centro es la sede de la sabiduría, de la autorrealización, de la unión divina y de la conciencia espiritual; por lo tanto, está relacionado con el proceso del despertar. Además, la corona designa un sacramento: simbólicamente, ella significa el reconocimiento del carácter sagradode un individuo, de su vínculo con lo Divino y de su soberanía. La corona no sólo confiere un gran poder a quien la recibe, sino también una gran responsabilidad. La corona también se refiere al corazón a través de las arterias coronarias, llamadas así porque están dispuestas en forma de corona, cuya función es irrigar y nutrir el corazón. Por lo tanto, este “virus de la corona“ es, en sí mismo, un campo de informaciones muy específico que viene para informar todo el sistema, sobre:- el proceso del despertar;
- la consciencia espiritual;
- el reconocimiento de lo Sagrado y de la Soberanía;
- el Poder y la Responsabilidad;
- le energía del corazón.
El confinamiento impuesto a casi toda la humanidad nos ofrece las condiciones necesarias para la asimilación de estos nuevos datos y la implantación de una nueva matriz.La retirada momentánea y el retorno a uno mismo - al Sí mismo - sólo puede tener lugar si las actividades exteriores se hacen imposibles o se limitan a lo esencial. Así, el proceso del despertar planetario, que es un proceso interior, puede tener lugar. Por supuesto, hay pérdidas humanas... como todo el tiempo. La vida y la muerte son dos caras de la misma moneda, la muerte es un aspecto de la corriente continua que es la Vida. No hay ruptura de esta corriente, pero hay transformación. Así como no hay tragedia en el plano de la conciencia, sólo la experiencia y la evolución que se deriva de ella. Contar a diario a nuestros muertos de forma siniestra y angustiante no honra a nuestros muertos y quizás sería mejor llamarlos difuntos (del verbo latino decedere que significa “partir“): la gente no muere, se va. Esto no excluye el dolor asociado con la pérdida de un ser querido, pero aligera un poco la carga de sufrimiento a la luz de esta sabiduría.
CRUZAR A LA OTRA ORILLA
En este movimiento de transformación globalizada, apoyado por intensas ondas de energía, se nos pide que crucemos el río para llegar a la otra orilla: la de un mundo totalmente nuevo. No todos tendremos éxito en esta travesía y esta iniciación - porque es una iniciación -; algunos de nosotros elegiremos “partir“, tomar otro camino, para continuar nuestro viaje evolutivo en otros planos.Mientras que el alboroto de los medios de comunicación está en su apogeo, un silencio pacífico se ha amparado de las ciudades. Apuesto a que el silencio ganará finalmente: el ego debe aprender a callar para permitir la verdadera escucha.Más allá de las limitaciones del confinamiento, la humanidad sin dudas nunca ha estado tan unida como a través de esta pandemia (de la palabra griega pandemia, que significa “todo el pueblo“). Todos se están dando cuenta gradualmente de que son células de un cuerpo más vasto y que el bienestar de cada célula es esencial para el funcionamiento armonioso de todo el cuerpo. Un cuerpo que, hoy en día convaleciente, necesita recuperar su conciencia espiritual, a través del despertar de su corona, para poder curarse.
ACOMPAÑAR ESTE PASAJE LO MEJOR POSIBLE
Consejos en caso de dificultades respiratorias
Le invito a escuchar, durante una semana o más, uno de los 3 bálsamos siguientes:- el Bálsamo 03, vinculado a los pulmones;
- el Bálsamo 07, vinculado al timo;
- el Bálsamo 08, bálsamo combinado que actúa a la vez sobre la tiroides, el timo y los pulmones.
Consejos en caso de estrés y ansiedad
Le invito a escuchar, durante un corto período de 2 días, Earth’s Voice, la Voz de la Tierra: este bálsamo en particular permite una reconexión instantánea con la Tierra y el regreso a un estado de profunda paz interior.Acompañamiento personalizado
Si siente dificultades (psíquicas, emocionales) para vivir este pasaje, estoy a su disposición para:- responder a sus preguntas;
- para aconsejarle sobre el bálsamo apropiado para su necesidad del momento;
- acompañarle en una sesión a distancia (por teléfono);
- o simplemente para conversar.